lunes, 8 de junio de 2009

La tienda de Raya






La tienda de Raya.



"Esa que está a un lado de la entrada, ahí la que está junto al torreón en la que nos pagan los sábados".
"Asi es, como cada sábado a eso de las 3 a 4 de la tarde cuando empiezan a pagar el administrador, saca esa libreta vieja y verde donde nos llevan las cuentas que nos pagan a mí, a mis hijos y en fin a toda mi familia, que lo que nos dan no alcanza para pagar lo que ya debemos desde la cosecha pasada".


La tienda de raya, era un espacio dentro del casco de la hacienda donde había desde: piloncillo, manteca, sal, pan, frijol, maiz, manta conocida como cabeza de indio por lo duro y rasposo de la textura , tambíen había huaraches desde luego que se compraban cuando habian cosechas y buenas o tal vez la fiesta del puebla, no debia de faltar el buen pulque y porque no un topo de aguardiente para calmar esa sed de sábado después de esa larga jornada. Es decir era la forma de que el hacendado le daba una prestación a su trabajador que desde luego vista desde el lado del peón era lo único que tenia. pero desde el patron era otra forma de hacer negocios.


Algunas haciendas donde el volumen de peones era bastante decidían acuñar sus propias monedas conocidas como tlaco ( tlaco del nahuatl, mitad, tambien por ser la octava parte del real columnario). Y que igualmente se le conocieron como pilón o ficha de hacienda.



lunes, 23 de marzo de 2009

Medidas Antiguas de Agua



Las medidas antiguas de agua usadas en México, llamadas surcos,
bueyes, pajas, naranjas –tienen conversiones no sistemáticas a litros
por segundo–. Ello ha levantado la sospecha de que no se
consideraba la velocidad en la medición del agua. Sin embargo un
Reglamento de 1761, elaborado por Lasso de la Vega incorpora la
medición de la velocidad; cálculo tratado con anterioridad, al parecer,
por Sáenz de Escobar (ca. 1706); basados en los avances de
la ciencia: la ley de Castelli (1625); y el principio de Torricelli (ca.
1630). La variación en las conversiones tampoco parece poder explicarse
por diversidad regional de las medidas. Todo parece indicar
que la confusión inicia con el Decreto de 1863, decreto con el
que México pasa oficialmente al sistema métrico decimal. La ciencia
y técnica de la medición del agua en Nueva España y México
es un capítulo no explorado de nuestra historia (medidas antiguas
de agua, surco, buey, paja, aforar).


Empecemos por señalar que la medición y la estandarización de medidas
han sido desde antiguo motivo de interés. Carrera Stampa y Hamilton
ya han señalado la rigurosidad en las medidas en la Nueva España
y España respectivamente; por su parte Kula ha señalado la diversidad
de medidas y la dificultad de su conversión al sistema métrico decimal.
Las medidas antiguas de agua en la Nueva España y el México del
siglo de la Independencia se denominan buey, surco, naranja, real, dedo,
paja. Las más pequeñas eran para agua municipal, típicamente la paja;
mientras las más grandes eran para uso rural, típicamente el surco.
En los documentos se establece el tamaño del marco o data (orificio)
para cada una de estas medidas, así como las equivalencias entre medi-
das, así por ejemplo un buey de agua corresponde a un marco de una
vara cuadrada y hay 48 surcos en un buey.
En documentos oficiales y escritos de época: la Ordenanza de 1536,
los escritos de José Sáenz de Escobar ca. 1706; el Reglamento de 1761; los
cálculos de don Miguel de Constansó en 1792; la Memoria de 1830; el libro
de Galván Rivera editado por primera vez en 1844 y reeditado múltiples
veces en el siglo XIX, se establecen las medidas oficiales para el
agua rural y urbana. La información básica aportada de manera repetitiva
corresponde a los nombres de las medidas, el tamaño de los marcos
o datas y la equivalencia entre medidas.
En las fuentes consultadas no hemos encontrado variación en el tamaño
de las datas o marcos. En la equivalencia entre medidas hemos
encontrado algunas variaciones, no obstante parecen ser de origen tipográfico,
2 sólo en un documento de 1635 encontramos una clara falta de
congruencia en las equivalencias entre medidas antiguas de agua que
no parece atribuible a errores tipográficos.


Cuadro de equivalencias entre medidas antiguas de agua
1 buey = 48 surcos [1-3, 5-6, 9-12] = 144 naranjas [5, 10] [= 141 naranjas ? [6]] = 1,152 reales [5]
= 20,736 pajas [5-7] = 2,304 dedos cuadrados [1, 5] = 1,296 pulgadas cuadradas [1, 5, 8]
1 surco = 3 naranjas [1-2, 5-7, 9-12]) = 24 reales [6-7] = 432 pajas [6-7] [ = 1326 pajas ? [12]] [ = 48
pajas ?] [11] = 48 dedos cuadrados [1, 5, 14] = 27 pugadas cuadradas [1, 5, 7-8] = 432 cuartillos
por minuto [7]
1 naranja a = 8 reales [1-2, 4-7, 9, 11] =144 pajas [6-7] [= 442 pajas ? [12]] = 16 dedos cuadrados
[1, 5] = 9 pulgadas cuadradas [1, 5, 8]
1 real o limónb =18 pajas[1-9] [ = 8 pajas ?[11, 13]] = 2 dedos cuadrados[5] = 1 1/8 pulgadas
cuadradas [1, 5]
4 reales = [18 pajas ? [1]]
1 merced c = 5 pajas [9-10]
9 pajas cuadradas=16 granos cuadrados=1 dedo cuadrado [1]
1 paja = 1 cuartillo o libra por minuto ([4, 6-9] = 1/9 dedo cuadrado[1, 5] = 1/16 pulgadas
cuadradas [1, 5, 7] = 14.5 quintales en un día [4, 6-7]
1 dedo cuadrado = 9 pajas [3, 5] = 16 granos cuadrados.


Jacinta Palerm Viqueira*
Carlos Chairez Araiza
COLEGIO DE POSTGRADUADOS

jueves, 19 de marzo de 2009

Haciendas Volantes


Concepto de las haciendas Volantes.
“Haciendas volantes destinadas para el pastoreo de chivos o borregos trashumantes, gran parte de las haciendas y ranchos no eran propietarias de sus tierras si no que las alquilaban a los pueblos indios pagándoles una renta”[1].
A finales del siglo XIX, por Tlacotepec pasaba una ruta de pastores que conducían rebaños conocidos como "haciendas volantes", cuyos productos se exportaban a los estados.
Así nacieron las "haciendas volantes" que tuvieron una gran importancia económica y representaron, a la larga, un grave problema ecológico pues a éstas se atribuye la grave erosión de las tierras de la región.
“El ultimo recurso de este tipo era la renta de los pastos de la comunidad con las haciendas volantes de cabras; estas haciendas no poseían tierras en la sierra y pagaban un arrendamiento a los gobiernos de los pueblos para obtener el derecho de pasto de sus rebaños en tiempos de secas. Los arrendamientos variaban de un peso a 140 pesos al año y se situaban generalmente a los 70 pesos al año.”[2]Hay que mencionar el hecho de que la organización en pueblos permitía la producción de ganado por las Haciendas de puebla. Los rebaños de decenas de miles de cabras, que les pertenecían, pastaban en toda la sierra hasta la costa pacífica en tiempos de seca. La producción de carne cebo y chito que era una de las especializaciones de la ciudad de Puebla no hubiera sido posible sin la existencia de estos pastos inmensos y baratos que se encontraban en tierras indias.
[1] Ibidem pp 98, 105 y 111
[2] Empresarios indios y estado, perfil de la economía mexicana siglo xviii pp. 153, 156

Proyecto "Libro Haciendas en el Estado de Puebla"


Índice General



CAPITULOS.

Definición.
Estructura física y social de las Haciendas.
Indumentarias.
El peonaje.
Reseña histórica.
Antiguas medidas mexicanas.
Leyendas.
Levantamiento Topográfico.




















Prefacio.


Este libro tiene una larga historia. Comence a reunir datos desde hace muchos años, sin siquiera darme cuenta de que lo estaba haciendo; también escribirlo llevo mucho tiempo. Empece a redactarlo en el año 2000.
Tuvieron especial importancia las personas que me ayudaron a encontrar materiales, que copiaron y llevaron en orden de citas, los documentos y las referencias, tengo una deuda tan grande que no hay palabras para expresarlas. Muchos buenos amigos leyeron y criticaron partes del manuscrito en diversos momentos de su preparación entre ellos debo mencionar ____________________________________________ .
Este libro tiene una historia curiosa. Aunque llego a su termino solo tras un periodo reciente de trabajo sostenido, gran parte de su contenido nació de estudios informales e impresiones acumuladas durante muchos años de lecturas e investigación o tal vez esos veranos que pase de mi infancia en el Rancho San Agustín y esa nostalgia que veía reflejada en la mirada de mi Madre al contarme como mi abuelo realizaba sus trabajos en su Hacienda llamada el Fortín ubicada en lo mas alto del Pueblo de Oyameles, Puebla. Lo contaba mi Madre de tal forma que me hacia vivir esos momentos como si yo hubiese estado ahí, esas explicaciones de un libro de bolsillo llamado Lunario que nunca llegue a entender por mas que me lo explicaba mi madre, ella como sus hermanos crecieron con una formación que solo los hijos de un hacendado podría dar, en internados y escuelas de la ciudad de Puebla, por estas raíces de una familia hacendada hago esta recopilación de datos de las haciendas de Puebla.
El texto aquí presentado tiene como fin dar una visión del esplendor de las haciendas ubicadas en el estado de Puebla, aquí exponemos desde un enfoque histórico, cultural, geográfico y arquitectónico, los hechos ocurridos mas importantes en las haciendas poblanas.
Así también, en lo que ahora se han convertido nuestras haciendas: escenarios de telenovelas, películas, jardines de fiestas y las que debido al cuidado de sus propietarios se han convertido en hoteles y spa. Pero la mayoría sólo quedan algunos paredones o simplemente en el nombre de algún fraccionamiento o colonia de nuestra ciudad.












1. DEFINICION

La hacienda es una forma de organización económica típica del sistema colonial español, la palabra hacienda, que significa haber o riqueza personal en general, se fue aplicando para designar una propiedad territorial de importancia, la cual se exhibía orgullosamente como pertenencia de una familia.
Las haciendas tienen su origen en concesiones, generalmente realizadas a nobles menores, dado que los Grandes de España no estaban motivados para abandonar la península, y la burguesía tenía poco acceso a los dispendios reales. En México, el sistema de la hacienda surgió a partir de 1529, cuando la Corona española concedió a Hernán Cortés el título de Marqués del Valle de Oaxaca, el cuál suponía una porción de tierra que incluía todo el actual estado de Morelos.
Significativamente, la concesión incluía a todos los indios que vivían de la tierra, y el poder sobre la vida y la muerte de las almas que habitaban en esos dominios. No había jurado de apelaciones gobernando la hacienda.
“En México, el propietario de una hacienda era generalmente llamado el hacendado. Aparte del pequeño círculo en la elite de la sociedad de la hacienda, el resto eran conocidos como peones (trabajadores de a pie ("pe"))”[1]
La gente más o menos sencilla o menos arriesgada, pero dispuesta a aprovechar la mano de obra indígena, fundó estancias agrícolas y ganaderas, que pronto produjeron cosechas de excelente calidad entre ellas Maiz, Cebada, Trigo, Frijol y mucho ganado mayor y menor como el pastoreo de cabras y borregos trashumantes[2], formándose con ellas las unidades económicas conocidas con el nombre de haciendas.
La concentración de la riqueza material en las haciendas era notable y su desarrollo abarcó los siglos XVI, XVII y XVIII, muchas de las cuales perduraron hasta el siglo XIX (no pocas destruidas en las luchas por la independencia y durante la Reforma). Otras ya en el siglo XX fueron apagadas por la Revolución y el agrarismo.
Menciono que los diferentes tipos de haciendas se dividieron de la siguiente forma:
Haciendas Azucareras.
Haciendas Henequeneras.
Haciendas Cerealeras.
Haciendas Pulqueras.
Haciendas Ganaderas.
Haciendas Tropicales.
Haciendas Jesuitas.
Haciendas de Beneficio.
Haciendas Cafetaleras.
Haciendas Tequileras.
Haciendas Virreinales.
Haciendas Vitivinícolas.

En el estado de Puebla, mayormente había haciendas cerealeras y algunas otras azucareras y pulqueras que dominaron el panorama Colonial. Las haciendas azucareras principalmente se encontraban en la zona de Izucar de Matamoros y regiones aledañas, con respecto a las pulqueras se situaban en la colindancia de los estados de Tlaxcala e Hidalgo; en el resto del estado en su totalidad fueron cerealeras. La producción dependía de los recursos de la zona, el clima, la extensión de los terrenos, entre otras cosas.
Con la llegada de los españoles a la región en 1531 cuando se fundo Puebla de los Ángeles con 33 españoles y una viuda comenzó la transformación de un espacio que había sido creado por los antiguos pobladores, quienes querían obtener de la naturaleza la mayor producción posible. En el virreinato la hacienda se forma y consolida como parte fundamental de esta nueva estructura social. Esta etapa se extiende hasta 1880; con la inauguración del ferrocarril en la ciudad de puebla en 1869 y años mas tarde el 16 de Septiembre de 1882 inaugura el tramo Puebla-San Martín texmelucan por el presidente Juárez. Las haciendas cerealeras se distinguen entre las que satisficieron el mercado interno y las que produjeron para la exportación con la ayuda del sistema ferroviario. Estas llegaron a ser prósperas por la protección oficial que recibieron y por que las vías de comunicación facilitaron su desarrollo aplicando un nuevo estilo de explotación en el campo, al manejar los intereses particulares con un verdadero espíritu de empresa, explotando y tomando muchas ventajas a los peones, los hacendados-empresarios hicieron producir sus tierras al máximo sembrándolas con productos como el trigo, cebada, maíz, avena que les redituaron muy buenas ganancias.
Uno de los cambios quizá más significativos fue el del sistema de la tenencia de la tierra, el cual pasó a ser determinado, en su totalidad, por la Corona Española la que, con el propósito de fomentar el poblamiento de su nueva colonia, comenzó a repartir entre sus soldados de más alto rango y entre uno que otro aventurero de la nobleza, mercedes y encomiendas de tierra para el establecimiento de estancias ganaderas y huertas, así como de casas-habitación dichas encomiendas, que al inicio se componían de unas cuantas leguas de terreno, algunos indios y muy contados animales. Estas encomiendas llegaron a convertirse con el tiempo y por medio de la adquisición legal en unos casos y, a través de la apropiación arbitraria en otros, en una poderosa unidad socio-económica que vendría a jugar un papel de suma importancia en la historia rural del México colonial: La Hacienda
Esta etapa se extiende hasta 1880, cuando se introduce nueva infraestructura que va a reforzar y dinamizar la ya existente. Podemos decir que la estructura que se consolidó durante el virreinato permanece pero se agiliza de 1880-1919, ya que se introduce el ferrocarril, el teléfono y el telégrafo, así como nueva maquinaría para la producción.

Las haciendas fueron centros administrativos, habitacionales y de producción actualmente son parte del integrante conjunto histórico que dan marco a la joya arquitectónica de nuestro patrimonio cultural.
















2. Estructura física y social de las haciendas.

Con la llegada de los españoles al estado de Puebla, comenzó la transformación de un espacio que había sido creado por los antiguos pobladores, esto debido a la ideología de los nuevos habitantes, quienes querían obtener de la naturaleza la mayor producción posible para su comercialización y de esta manera crear riqueza; forma distinta de producción de la de los residentes originales, quienes obtenían lo necesario para vivir, y algunos excedentes que intercambiaban con otras regiones dentro del interior del estado de puebla como en estados cercanos como tlaxcala y Pachuca. En general, el espacio se transformó, se creó una nueva estructura espacial en donde la haciendas jugaron un papel primordial, pero también se aprovechó parte de la estructura espacial ya existente, ya que se tenía que estar cerca de la población anterior, para su evangelización y para el aprovechamiento de la mano de obra.
En el virreinato la hacienda se forma y consolida como parte fundamental de esta nueva estructura espacial, ya que es el centro productivo por excelencia, que va a satisfacer las necesidades agrícolas y ganaderas de la región.

Podríamos decir que las estructuras de las haciendas estaba conformada, en general por un centro habitacional denominado casco, en el se encontraba la casa grande donde viva el hacendado con su familia , con comodidades y lujos de la aristocracia terrateniente; rodeado a veces por altos muros protectores, en donde estaban las oficinas de la hacienda, la cárcel, los establos y la huerta para la alimentaciones de los señores hacendados y desde luego de sus dependientes inmediatos. A veces también una pequeña escuela para los hijos de los empleados y maestros particulares para los hijos del patrón.
También allí se localizaban algunas otras viviendas mucho más modestas, destinadas al personal de confianza como el tenedor de libros, el mayordomo y alguno que otro capataz.
Pieza indispensable de toda hacienda era la capilla, en la cual se ofrecían los servicios religiosos a los habitantes de la hacienda y por supuesto todas contaban con trojes, establos, algunas humildes chozas que utilizaban los peones acapillados[3] o calpaneros llamados así por que como pago de su salario recibían una casa en donde vivir.
Fuera del casco, a una distancia de 500 metros se encontraba la calpaneria o el lugar donde se alzaban las habitaciones de adobe de los peones: una habitación por familia, con pisos de tierra, sin ventanas y frente a una calle única de tierra suelta, en medio de la mayor miseria.
Siguiendo con la tradición prehispánica, el mobiliario de la casa indígena era escaso y simple en extremo, considerada como un sitio sólo para comer y dormir, contaba nada más con lo indispensable para vivir, la cocina no existía como un cuarto separado, a pesar de ser el centro de actividades de la casa donde el fogón o tecuil, hecho de tres piedras que formaban el brasero, estaba colocado a ras del piso en el centro del cuarto principal. Las tres piedras se consideraban sagradas y pisarlas constituía una falta de respeto a Xiuhtecutli, dios del fuego. como combustible utilizaban ocote, hojas, tallos de maíz, zacate o pencas de maguey. Los utensilios más importantes eran el molcajete y un comal, contaban con dos jarras de barro y cucharas de palo
Cortesía del Archivo General de la Nación de México (AGNM), Fondo C. B.Waite.Tiempos y Espacios Laborales , p.29.México, Cámara de Diputados y AGN de México.

Además existía la tienda de raya, era parte típica de las haciendas en ella se vendía los productos de consumo a los peones como era: Mezclilla, Cabeza de Indio (tela burda), maíz, fríjol, panela, aguardiente, cerillos, cigarros, Huaraches, pan, etc.
A precios casi siempre mayores que los del mercado. Estos productos se adelantaban al peón o cuenta de sus jornales, que asi rara vez eran pagados en una minina parte en moneda, estas cuentas eran asentadas en un libro de raya la cual llevaba una cuenta detallada por peon en donde se transmitían sus deudas de padres a hijos. El peón eternamente endeudado no ha de abandonar la hacienda sin ser trasladado de regreso por rurales acusado de robo y duramente castigado.
En las Haciendas que tenían un mayor número de peones, las propias acuñaban monedas de diferentes tipos por ejemplo cuando se trasquilaba el ganado de pastoreo se entregaba un moneda que correspondía a dicha actividad o cuando cortaban leña se le entrega otro tipo de moneda misma que solo servia en la tienda de raya de la hacienda, algunos monedas se muestran a continuación:












También llamadas tlaco.
La Iglesia otra parte importante de la estructura de la hacienda en donde se llevaban a cabo ceremonias religiosas, bautizos y desde luego casamientos entre hacendados; a los peones solo se les permitía escuchar misa los domingos, por que si deseaban una ceremonia religioso se tenia que ir al pueblo mas cercano.
Los bienes de la Iglesia se acumulaban por donaciones, derechos por ceremonias religiosas, diezmos y limosnas, comercio, trabajo de los indios. Esto convirtió a la iglesia en la principal propietaria y banquera de la Nueva España.
Desde su inicio siempre tuvieron una red hidráulica en tubos subterráneos de barro llamado atenores o en por medio acueductos, canales de agua que por medio de arcos y pilastrones, por medio de la gravedad llegaban hasta los abrevaderos y aljibes de las haciendas. Toda hacienda era propietaria de un pozo o varios.
Imprescindible eran los baños que estaban algunas veces dentro de la recamara principal, pero en la mayoría de las ocasiones eran fuera de las habitaciones, algunos muy conocidos como eran los del Rancho Colorado balneario de agua azufrosa donde se daba sus baños el Virrey Don Pioquinto Gaspar Rivadaneyra para quitarse infecciones de la piel
Otra parte muy importante donde pasaban mas tiempo la esposa e hijas de los hacendados era el jardín, momentos que pasaban tejiendo y bordando además de cuidarlo, tenían normalmente una fuente mínimo de 3 niveles decoradas en Talavera, así pasamos a la cocina una de las habitaciones mas grandes de la hacienda con cientos de ollas y cazuelas colgadas en las paredes de la cocina y desde luego no podía faltar esas maravillosas bajillas de Talavera y porcelana traídas desde España.
En ella se reflejaron las corrientes arquitectónicas de la época de mayor auge de cada una de ellas, como el barroco, neoclásico, neocolonial, neogótico, entre otros. Todas ellas contaron con corredores cubiertos y arcadas, al interior y/o exterior, y la mayoría tuvieron patios interiores. Se encontró que existe un mestizaje en los espacios de las haciendas de la región ya que se combinan los espacios abiertos en los interiores –introvertidos-, como los fueron los patios interiores de las casas grandes rodeados por corredores cubiertos, ya utilizados en el mundo español; con los corredores cubiertos abiertos hacia el exterior -extrovertidos- en relación directa con los patios de trabajo por lo general de usos múltiples.
La Escuela era el espacio para la educación de los empleados de confianza de la hacienda, ya que los hijos de los hacendados eran mandados a estudiar a otros lugares.
La fábrica de las haciendas, sobre todo desde finales del siglo XVIII y hasta el siglo XX, se construyó con materiales resistentes como la cantería, se aprecia que fueron trabajados por gente especializada. En lugares en los que los recursos materiales para la construcción se tienen a la mano y por lo tanto se conocen a la perfección. También se utilizaron otros materiales como el adobe, la piedra y la madera, dando como resultado edificios de muy buena calidad
En donde se llevaban a cabo actividades como carga y descarga de granos, paso de animales e incluso tianguis; había también un espacio de transición de carácter extrovertido como lo fueron los corredores cubiertos en las fachadas, en contacto directo con el anterior y lugar que servía para la vigilancia de los trabajadores así como de descanso, éste proporcionaba además una área de regulación del clima que protegía a cada lugar de la entrada directa de los rayos de sol, así como la regulación de la entrada de los vientos a ella..

Conceptos Arquitectónicos.

Ábside: Parte del templo que forma la cabecera, abovedada y comúnmente semicircular, que sobresale de la fachada, y donde antiguamente estaban el presbiterio y el altar. De origen romano (absidia), puede darse también en obras de carácter civil y militar.
Adarve: Conjunto de dispositivos para facilitar la defensa y el desplazamiento de los defensores. Se compone de parapeto (almenado o no), camino o paseo de ronda y paradós. Este adarve puede ser cubierto o no, almenado o a la barbeta, ciego o aspillerado, puede ser colgado, volado, configurando cadahalso, ladroneras, matacanes y/o escaraguaitas
Aguja: Cada uno de los tirantes de madera que se utilizan para sujetar los tablones de madera paralelos para la construcción del tapial o mampuesto, y que son cubiertos por éste durante la construcción, dejando unos característicos orificios en los muros que los atraviesan de lado a lado, llamados agujales.



Ajimez: Palabra árabe que en su origen significa ventana o balcón con celosía. En el siglo XIX es cuando se empieza a utilizar para definir a la ventana que está dividida por un parteluz o columna en dos partes o arcos iguales.
Alfiz: Recuadro decorativo o moldura que enmarca un vano en la arquitectura musulmana y cristiana. En general arranca desde la línea de impostas, aunque puede venir desde el nivel del suelo. Se denomina también arrabá.
Alambor: Talud en la zona baja de torres y murallas para reforzarlas, mantener a distancia a las máquinas de asalto, provocar el rebote de los proyectiles defensivos y reducir ángulos muertos. Aunque es a partir del siglo XII cuando comienza a difundirse su uso, es a mediados del siglo XV cuando se generaliza su uso con las nuevas técnicas pirobalísticas.
Aljibe: Depósito de agua para recoger principalmente agua de lluvia, subterráneo por lo general, con canales de ventilación y las paredes recubiertas de cal hidráulica muy grasa (mitad cal y mitad arena) y almagra.
Almagra: Recubrimiento de las paredes de los aljibes que sirve pare evitar la eutrofización de las aguas. Es un compuesto de óxido de hierro, resina de lentisco y arcilla roja principalmente. El lentisco es un arbusto resinoso de cuyo tronco se extrae una goma llamada almáciga o mantisque.
Almena: Remate dentado de los muros de una fortificación. Tramo macizo del antepecho o parapeto que sobresale de este para la protección del defensor. Existen muchos tipos de almena cuya función común es la de proteger al defensor del alcance del atacante. Los remates se denominan albardillas si son piramidales con vierteaguas a dos o cuatro aguas. En ocasiones los huecos contaban con parapetos de madera abatibles, presentando las almenas ranguas para su basculamiento.
Almenara: Singular de Al-manur que significa lugares de fuego, pero se traduce más bien como torre de vela o de señales, o atalaya.
Aparejo: Define tanto el material constructivo como la forma de disponerlo. Algunos materiales constructivos son: mampostería, sillarejo, sillar,... Distintas formas de disponerlos son: a soga y tizón, encintado, en hileras

Arco: Construcción en forma de arco (porción de una línea curva cualquiera) que cubre un vano. Tipos de arcos son: de medio punto, rebajado o escarzano, de herradura, apuntado u ojival, carpanel, trebolado, conopial,... Cada tipo de arcos responde a un estilo constructivo y una época: por ejemplo románico con el arco de medio punto, ojival con el gótico
Aspillera: Abertura en los muros que sirve para la defensa, precursora de las troneras, que sufre normalmente un ensanchamiento exterior llamado abocinamiento. Se llama deriva al ensanchamiento vertical y derrame al horizontal.
Atalaya: Se aplica a torre de vigilancia y señales, de origen árabe, con acceso normalmente elevado. En origen, atalaya era la persona que servía de avisador.
Baluarte: Se caracteriza por estar destinada a la defensa del fuego artillero. Es una torre rectangular o poligonal con gruesos muros, poca altura y paredes en talud. La parte que comunica con el resto de la fortificación se llama gola.
Bóveda: Obra de fábrica que cubre un recinto. Se distinguen varios tipos de bóveda, en razón de su forma: bóveda de cañón, de superficie cilíndrica (secciones de arco de medio punto); bóveda de crucería, el resultado de cruzar entre sí dos bóvedas de cañón o apuntado (secciones de arco apuntado u ojival), boveda catalana (su base sostenida por cuadrado de ladrillo rojo).
Cadalso,Cadalso,oCahadalso: Estructura de madera colgada por medio de modillones (ménsulas o canes) y mechinales, tanto en torres como en paños de muralla. Generalmente cubiertos, tienen el frente y la base aspillerado para el hostigamiento vertical. El cadahalso es el precursor de los matacanes y de las ladroneras.
Canecillo,Can: Repisa que es el extremo que sale al exterior de una viga del techo, y que suele estar esculpido o decorado.
Cubo: Cualquier torre y en particular las de sección circular. Sirve para flanquear, reforzar la defensa o incluso la misma fortificación haciendo las veces de contrafuerte
Dovela: Piedra labrada en forma de cuña para formar arcos, bóvedas.
Mohonera: Columna cilíndrica símbolo de capacidad jurisdiccional de una población o lindero de una hacienda que podía usarse como picota de ajusticiamiento.
Tapia: Aparejo constructivo realizado en piezas grandes continuas, no a partir de bloques prefabricados o modelados, como sillares o ladrillo, que se levanta sujetando dos tablones paralelos y rellenando su interior con el material de construcción apisonado y un aglomerante. Este material puede ser barro y paja, o piedras y calicanto.
Torre: Edificación que por dominar su entorno, sirve de vigía y defensa. Pueden encontrarse aisladas o integrada entre lienzos, y son más grandes que una atalaya y de varios pisos. Presenta muy diversas formas (poligonal, planta redonda, semicircular, troncopiramidal,...) y funciones (torre del homenaje, torre albarrana, torre refugio, torre de almenara, torre de puerta,...).
Tronera: Pequeño hueco en los muros usado para disparar armas de fuego. De distintas formas, dependiendo de la época y del uso al que esté destinado. La más característica es la forma de cruz sobre un círculo -cruz y orbe- o en forma de cerradura invertida. El hueco sobre el orbe se usaba para apuntar con las armas. Otros tipos son en forma de buzón, rectangulares, de banco corrido.
Xalnene:
Arquitectónicamente piedras volcánicas en fachadas como término de repello.




La sociedad en la Hacienda
Los modos de vida en las haciendas era la interrelación que tenían hacendados con administradores, capataces y peones, así como con los empleados de a casa grande, la forma de convivir, divertirse, sus tradiciones, entre otras cosas; éstos estaban directamente ligados con las formas de producción como los ciclos productivos. En la hacienda se aprendió a vivir con diferencias muy marcadas entre las clases sociales.
La diferencia principal entre hacienda y rancho es su extensión, la primera mayor a la segunda; la hacienda se caracterizaba por:
1. Autosuficiencia económica.
2. Era una verdadera comunidad, en ocasiones la hacienda se volvía
Municipio.
3. La administración. El dueño generalmente no vivia en la hacienda
si no el mayordomo, tenia amplio poder y autoridad pues no tenia
que rendir cuentas más que al dueño, se buscaba que fuera
altamente productiva.
4. La fuerza de trabajo, esclavos en la colonia y peones con derecho
a permanecer en la propiedad pagando con su labor, en ocasiones
se les permitía que sembraran una pequeña porción de parcela.
En el Consejo de Indias, mediante cédula de 1615, ordenaba al virrey vender en subasta pública nuevas mercedes de tierras con la condición de que los compradores se obligaran a reconfirmar sus títulos ante la Corona. "A los españoles que hubieran usurpado tierras, se les podía aceptar el pago de una composición moderada en caso de que desearan conservarlas", si no, se venderían en subasta pública.
El conde de Salvatierra (1642-1648) al ver que las órdenes de su antecesor, el marqués de Cadereyta, no lograron recabar el dinero esperado, despachó nuevas comisiones para medir las tierras y averiguar su riego. El fruto de este trabajo empezaba a llegar a la metrópoli medio siglo después de la orden original
Hubo molestia por parte de los españoles y Pronto lograron que la Corona expidiera dos mercedes: una que exceptuaba la medición de la tierra mediante el pago de una cuota, y otra para amparar a los dueños de haciendas de cierto prestigio en la región, por ser descendientes de conquistadores o formar parte de la clase social alta
A mediados del siglo XVII, las composiciones tuvieron su punto culminante cuando los poseedores de tierras recibieron mercedes definitivas de sus propiedades que habían usufructuado con títulos irregulares o por tradición familiar, iniciando de este modo la fijación exacta de los linderos
Esta recomposición de la propiedad llevó al establecimiento de las haciendas en las mejores tierras del Estado de Puebla; se ejecutaron expropiaciones parciales y, en ciertos casos, totales, de las comunidades y de otros habitantes anteriores. La tierra era fértil, el agua no escaseaba y la mano de obra, a pesar de las epidemias, abundaba. Se aunaba a esto los medios de comunicación, que permitían la circulación de mercancías entre la capital del virreinato y los valles poblanos. La tierra cobró un interés inusitado. Algunas familias aristocráticas de la región se vieron favorecidas con la expedición de títulos legales. Utilizando su poder político y social, así como sus influencias locales, lograban adquirir terrenos por un precio muy reducido y con muchas concesiones. En cambio, los poseedores de tierras sin influencia tuvieron muchos problemas para componer su parcela.
El éxito económico de la hacienda de todas maneras es inconcebible sin su articulación con la comunidad indígena. La hacienda captó y utilizó el conocimiento milenario de los agricultores nativos en el manejo de las plantas, de la tierra y del agua, y el empleo directo e indirecto de su fuerza de trabajo de manera casi ilimitada.
Las tierras otorgadas a indios y a españoles durante los siglos XVI y XVII mediante mercedes reales fueron adquiriendo diversos matices. Las de los indios conservaron su calidad de concesiones públicas; en cambio, las de los españoles se convirtieron en propiedades privadas, dando lugar a la concentración de grandes extensiones de tierra.
A su vez, las haciendas fueron una fuente adicional de ingresos para la gente de los pueblos cercanos, dado que proporcionaban empleo temporal a trabajadores necesitados de dinero y, para muchos indígenas que habían perdido sus tierras, fue una opción frente al hambre, el vagabundeo o el abandono de sus familias.[4]




















3.Indumentarias.

INDUMENTARIA DEL RANCHERO

A los indios siempre se les prohibía montar a caballo aunque tuvieran necesidad de usarlo en beneficio de sus amos.
El peón siempre fue laborioso y honrado, con poca instucción, al servicio siempre de su patrón; todo se le negaba y sus jornadas de trabajos, siempre agobiadoras, sin la justa retribución. El peón bajo el dominio del patrón, trabajaba de sol a sol.
La alegre indumentaria con que se vestian los peones, se integró al paso del tiempo al vestuario de la danza regional.
Consta de camisa de cuello y puños, de colores brillantes y de material de relumbrón.
Chazarilla de color en algodón, alforzada y bolsas sin generis por delante.
Calzón de manta, faja de algodón en colores café, azul marino, guinda, roja y morado; huaraches sureños de suela doble a veces con estoperoles. Sombrero de soyate con barbiquejos de cintas dobles de lana (de Soyatlán y de trenza parara). Usan paliacate al cuello. Este traje lo usaron los peones en los pueblos, haciendas y ranchos.


INDUMENTARIA DEL CAPORAL
El antecedente del charro es el caporal. Ellos amanzaban los caballos, y en las haciendas recogían el ganado y vigilaban a los vaqueros. Perteneció siempre a la casta de los mestizos.
En un tiempo los sones fueron bailados con el atuendo de trabajo, como una distracción de su misma faena; así surgió el traje de caporal que consiste en; Chaquetilla o pachuqueña. Camisa blanca con cuello bajo, corbatín de color, ceñidor del mismo color del corbatín o cinturón de cuero. Sombrero de trigo de cuatro pedradas medianamente adornado con chapetas y barbiquejo corto. Calza botines, el pantalón es de ancho aletón y de colores obscuros.
Este traje tiene un gran significado: es indumentaria de una clase laborante.[5]

[1] Colegio de México.
[2] La trashumancia es el paso del ganado y sus pastores de las dehesas de verano a las de invierno, o viceversa. Fuente Salvat.
[3] Vargas Somoza Federico, Haciendas de Guanajuato pp 19, 20
[4] Autores: María Teresa Jarquín y Carlos Herrejón Peredo
[5] Copyright © 1996 by Instituto Cultural "Raíces Mexicanas"

miércoles, 18 de marzo de 2009

Haciendas


El hombre por esencia tiene la necesidad de identificar rasgos de identidad, lo que fortalece su espíritu le da la seguridad de saber de dónde viene y a dónde va. Si hablar del presente es difícil, el tener que investigar las cosas que ya han sucedido es mucho más complicado de lo que podríamos pensar, y sobre todo determinar criterios y puntos de vista; porque cada individuo explica los hechos desde su sentimiento, formación o capacidad de interpretación.
Por ello, muchas veces el determinar el lenguaje, es parte del éxito que pudiese tener un texto. Tenemos que ser respetuosos de la información, que se nos ha entregado como parte de una historia transmitida en forma de tradición oral y que tenemos la responsabilidad de fortalecerla, evitando en lo más posible las inferencias, haciendo uso de los recursos literarios de descripción y redacción de acontecimientos basados en hechos.
El cuerpo de la hacienda es rectangular a un sólo nivel. Su fachada principal es de aplanado blanco, posee un torreón cercano al acceso principal, es de un sólo cuerpo en forma circular y cornisa de pecho de pichón. Los muros son de piedra y adobe, y la cubierta de viguería de madera con tejamanil de forma plana.
Cuenta con tres patios traseros que están rodeados por la hacienda y una huerta que conecta al caserío de peones con el edificio mayor; y otro patio más, ubicado a un lado del conjunto. Las haciendas contaba con un despacho, administración, capilla dentro del edificio, tinacal, tienda de raya, bodega, zaguanes, caballeriza, macheros, troje, sillero, cocina, comedor, recamaras, establo, corrales, escuela, calpaneria y una capilla fuera de la construcción.

El Hacendado.

Muy astutamente los hacendados de tiempo atrás aplicaron, cambiaron y utilizaron en su particular provecho, los humildes preceptos cristianos. En tanto que la Iglesia aconsejaba desde el púlpito el desprecio a las cosas materiales y la resignación ante el infortunio, puesto que decía: “de los pobres será el reino de los cielos”, los hacendados capitalizaban estos consejos de humildad y resignación para convencer a los campesinos que deberían conformarse con su destino. “Su miseria y su pobreza", les decían, "les serán ampliamente recompensados en el cielo". Y de esta manera acabaron por convencer al ignorante y sufrido campesino de que su resignación y conformidad para la vida de miserias que le habían asignado los hacendados, era una actitud auténticamente cristiana.
Los campesinos ganaban de dieciocho a veinticinco centavos diarios, según la región, y deberían de trabajar de sol a sol, es decir, de las seis de la mañana a las seis de la tarde. Los jefes de peones, llamados caporales, ganaban de tres a cinco pesos a la semana. El mayordomo de la hacienda y el tenedor de libros ganaban, cada uno, entre ocho y quince pesos a la semana.
Las grandes haciendas tenían además un administrador general, que ganaba hasta cien pesos mensuales, que era el salario más alto que podía disfrutar un trabajador no profesionista en ese tiempo.
Los campesinos permanecían aglomerados en un rincón de la hacienda llamado las cuadrillas. Allí había una serie de cuartos de adobe, todos iguales, propiedad del hacendado y destinados a los campesinos con su respectiva familia.
No se vaya a suponer que de pronto surgió un gesto de humildad por parte del hacendado. Se les daba casa a los campesinos para que no pudieran huir sin pagar sus deudas, para obligarlos a que se levantaran a las 5:00 de la mañana y para tenerlos próximos a los sitios de la siembra; además se les descontaba parte del alojamiento de su salario.
En los tiempos de Porfirio Díaz continuaba el hombre del pueblo vistiendo camisa y calzón de manta, calzando guarache (cuando algo calzaban) y cubriéndose con sombrero de “petate". Seguía la mujer enredándose en un clásico "huipil', pegada siempre al metate, sin más alimento que la tortilla de maíz, el chile y los frijoles.
Así vivían los campesinos en relación con los hacendados, quienes vivían estupendamente. Cualquier comparación que se haga con los ricos de nuestro tiempo, excepto los multimillonarios, es poco.
Bastó considerar que en el tiempo de Porfirio Díaz, casi toda la tierra laborable de México estaba repartida en 840 gigantescas haciendas, cada una de ellas con docenas de miles de hectáreas; lo demás eran granjas y ranchitos. Muchos de estos inmensos latifundios pertenecían a norteamericanos prominentes. Ninguna de estas haciendas fue explotada en su totalidad, el dueño prefirió siempre cultivos de fácil explotación y sobre todo de pocos gastos. Se sembraban solamente unos cuantos cultivos: maíz, cebada, azúcar, frijol, papa, chile, trigo y hortalizas.Los números y la realidad han demostrado que las haciendas que la Revolución dejó a los ejidatarios, producen mucho más que las propias haciendas, cuando estas se encontraban en manos de sus propietarios.